Es
obvio que la pintura y la fotografía se complementan y se influyen
recíprocamente, por una parte, la fotografía capta una imagen fija, inmóvil,
una mimesis, un instante de una realidad dinámica, y la pintura puede, a partir
de esta detención del movimiento, hacer un replanteamiento que la enriquezca.
Por otra parte la pintura, que genera o propone transformaciones, procesos,
ideas, planteamientos y puede sintetizar ejemplarmente la fotografía cuando
esta elige una imagen decisiva de un momento específico. De
modo directo o indirecto, la pintura a partir de una fotografía puede llegar a
construir una insustituible metáfora visual, capaz de fijar en la memoria un
encuentro con un momento del pasado, sin la fidelidad de la fotografía.
Es
por esta razón que la importancia de la imagen reside, en este caso, en la
imagen del recuerdo, ya que el recuerdo no es un retorno de un momento
especifico, sino más bien una reconstrucción, una reformulación que está
sometida a cambios, a reajustes que se van dando en cada presente del recuerdo,
es decir, en cada momento de la evocación, así, la pintura mnémica parte de la
fotografía pero la reconstruye, la reformula, como hace el recuerdo con la
imagen.
Rafael arteaga 2013
Rafael arteaga 2013
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